El último rayo de sol
Estaba a cincuenta metros de la orilla. Sus hombros insinuaban un precioso cuerpo de mujer. Entré en el agua, cerré los ojos y nadé hacia ella. Al abrirlos, se había alejado. Para no intimidarla volví a mi toalla. Pese al frío, permanecía allí, flotando como una boya.
Cuando el sol abandonaba la playa vacía, me miró por primera vez. Parecía que quisiera salir. Entonces se giró, braceó hacia el fondo y se sumergió. Ni chapoteos, ni gritos. Nada, salvo un destello. Nada, salvo el último rayo de sol de la tarde chocando contra el lomo plateado de un gran pez.
Rufí
Cuando el sol abandonaba la playa vacía, me miró por primera vez. Parecía que quisiera salir. Entonces se giró, braceó hacia el fondo y se sumergió. Ni chapoteos, ni gritos. Nada, salvo un destello. Nada, salvo el último rayo de sol de la tarde chocando contra el lomo plateado de un gran pez.
Rufí